
Si la afluencia a las urnas, masiva como en las elecciones anteriores, ya mostraba, sin margen para ninguna duda, que el porcentaje de abstenciones sería reducidísimo, o incluso prácticamente nulo, lo que más confundía a las instancias oficiales, lo que estaba a punto de hacerles perder la cabeza, era el hecho de que los electores, salvo escasas excepciones, respondieran con un silencio impenetrable a las preguntas de los encargados de los sondeos sobre el sentido de su voto, Es sólo a efectos estadísticos, no tiene que identificarse, no tiene que decir cómo se llama, insistían, pero ni por ésas conseguían convencer a los desconfiados votantes. Ocho días antes los periodistas consiguieron que les respondieran, es cierto que con tono ora impaciente, ora irónico, ora desdeñoso, respuestas que en realidad eran más un modo de callar que otra cosa, pero al menos se intercambiaban algunas palabras, un lado preguntaba, otro hacía como que, nada parecido a este espeso muro de silencio, como un misterio de todos que todos hubieran jurado defender.
A mucha gente ha de parecerle singular, asombrosa, por no decir imposible de suceder, esta coincidencia de procedimiento entre tantos y tantos millares de personas que no se conocen, que no piensan de la misma manera, que pertenecen a clases o estratos sociales diferentes, que, en suma, estando políticamente colocadas en la derecha, en el centro o en la izquierda, cuando no en ninguna parte, decidieran, cada una por sí misma, mantener la boca cerrada hasta el recuento de los votos, dejando para más tarde la revelación del secreto. Esto fue lo que, con mucha esperanza de acertar, quiso anticiparle el ministro del interior al primer ministro, esto fue lo que el primer ministro se apresuró a transmitirle al jefe de estado, el cual, con más edad, con más experiencia y más encallecido, con más mundo visto y vivido, se limitó a responder en tono de sorna, Si no están dispuestos a hablar ahora, deme una buena razón para que quieran hablar después..."
La temática de este ensayo está íntimamente relacionada con la personalidad e ideología del autor. En este caso, el objetivo de Saramago reside en realizar una crítica feroz al estamento político, denunciando los abusos de poder que se dan en gran parte de las sociedades actuales y poniendo en entredicho los pilares de la democracia.
No obstante, también el autor otorga a la obra cierto toque esperanzador pues, en última instancia, deja entrever el poder que todavía tienen los ciudadanos, haciendo especial énfasis en su rotunda confianza en la sociedad civil.
¿Qué sucedería si, contra todo pronóstico, los ciudadanos reaccionásemos así en las próximas elecciones? ¿Realmente, como individuos, tenemos el poder para cambiar las cosas? ¿Por qué no lo hacemos entonces y optamos por la resignación?
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