miércoles, 29 de junio de 2016

Chau pesimismo- Mario Benedetti


Ya sos mayor de edad

tengo que despedirte

pesimismo


años que te preparo el desayuno
que vigilo tu tos de mal agüero

y te tomo la fiebre
que trato de narrarte pormenores

del pasado mediato

convencerte de que en el fondo somos
gallardos y leales

y también que al mal tiempo buena cara

pero como si nada
seguís malhumorado arisco e insociable

y te repantigás en la avería
como si fuese una butaca pullman


se te ve la fruición por el malogro
tu viejo idilio con la mala sombra

tu manía de orar junto a las ruinas
tu goce ante el desastre inesperado


claro que voy a despedirte
no sé por qué no lo hice antes

será porque tenés tu propio método
de hacerte necesario

y a uno lo deja triste tu tristeza
amargo tu amargura

alarmista tu alarma

ya sé vas a decirme no hay motivos
para la euforia y las celebraciones

y claro cuandonó tenés razón

pero es tan boba tu razón tan obvia
tan remendada y remedada

tan igualita al pálpito
que enseguida se vuelve sinrazón


ya sos mayor de edad
chau pesimismo

y por favor andate despacito
sin despertar al monstruo.

Te quiero a las diez de la mañana - Jaime Sabines

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.

 Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?