jueves, 28 de febrero de 2013

"Las uvas de la ira" - John Steinbeck

FRAGMENTO DEL LIBRO "LAS UVAS DE LA IRA"  

         (...)Y por fin los enviados llegaban al fondo de la cuestión. El sistema de arrendamiento ya no funciona. Un hombre con un tractor puede sustituir a doce o catorce familias. Se le paga un sueldo y se queda uno con toda la cosecha. Lo tenemos que hacer. No nos gusta, pero el monstruo está enfermo. Algo le ha sucedido al monstruo.
Pero van a matar la tierra con el algodón.
Lo sabemos. Tenemos que obtener el algodón rápidamente antes de que la tierra muera. Entonces la venderemos. A montones de familias del este les gustará poseer un trozo de tierra.
Los arrendatarios levantaban la vista alarmados. Pero, ¿qué pasa con nosotros? ¿Cómo vamos a comer?
Os tendréis que ir de las tierras. Los arados saldrán por los portones.
Entonces los hombres acuclillados se erguían airados. El abuelo se cogió la tierra y tuvo que matar indios para que se fueran. Y Padre nació aquí y arrancó las malas hierbas y mató serpientes. Luego vino un mal año y tuvo que pedir prestado algo de dinero. Y nosotros nacimos aquí. Los que están en la puerta, nuestros hijos, nacieron aquí. Y Padre tuvo que pedir dinero prestado. Entonces el banco se apropió de la tierra, pero nos quedamos y conservamos una pequeña parte de la cosecha.
Ya lo sabemos, todo eso lo sabemos. No somos nosotros, es el banco. Un banco no es como un hombre, el propietario de cincuenta mil acres tampoco es como un hombre: es el monstruo.
Sí, claro, gritaban los arrendatarios, pero es nuestra tierra. Nosotros la medimos y la dividimos. Nacimos en ella, nos mataron aquí, morimos aquí. Aunque no sea buena sigue siendo nuestra. Esto es lo que la hace nuestra: nacer, trabajar, morir en ella. Esto es lo que da la propiedad, no un papel con números.
 Lo sentimos. No somos nosotros, es el monstruo. El banco no es como un hombre.
Sí, pero el banco no está hecho más que de hombres.
No, estás equivocado, estás muy equivocado. El banco es algo más que hombres. Fíjate que todos los hombres del banco detestan lo que el banco hace, pero aún así el banco lo hace. El banco es algo más que hombres, créeme. Es el monstruo. Los hombres lo crearon, pero no lo pueden controlar.(...)
 


     
  Pese a haberse publicado este libro en el año 1939, la temática continúa siendo de actualidad. Una lectura muy recomendable, intensa y necesaria para comprender el proceso cíclico y enfermizo de la Historia.

martes, 12 de febrero de 2013

Lluís Llach - T'estimo



Com t'ho podria dir
perquè em fos senzill, i et fos veritat,
que sovint em sé tan a prop teu, si canto,
que sovint et sé tan a prop meu, si escoltes,
i penso que no he gosat mai ni dir-t'ho,
que em caldria agrair-te tant temps que fa que t'estimo.

Que junts hem caminat,
en la joia junts, en la pena junts,
i has omplert tan sovint la buidor dels meus mots
i en la nostra partida sempre m'has donat un bon joc.
Per tot això i coses que t'amago
em caldria agrair-te tant temps que fa que t'estimo.

T'estimo, sí,
potser amb timidesa, potser sense saber-ne.
T'estimo, i et sóc gelós
i el poc que valc m'ho nego, si em negues la tendresa;
t'estimo, i em sé feliç
quan veig la teva força, que empeny i que es revolta, que jo...

Que passaran els anys,
i vindrà l'adéu, com així ha de ser,
i em pregunto si trobaré el gest correcte,
i sabré acostumar-me a la teva absència,
però tot això serà una altra història,
ara vull agrair-te tant temps que fa que t'estimo.

T'estimo, sí,
potser amb timidesa, potser sense saber-ne.
T'estimo, i et sóc gelós
i el poc que valc m'ho nego, si em negues la tendresa;
t'estimo, i em sé feliç
quan veig la teva força, que empeny i que es revolta, que jo...

viernes, 8 de febrero de 2013

Desvelos

      Había pasado ya más de medio año desde la última vez que trabajó. Como cada día, se levantaba semi abúlica, con la sensación de que el tiempo transcurría sin novedad alguna, salvo las contadas ocasiones en las que algún familiar o conocido le detallaba alguna primicia que, sin embargo, pocas veces conseguía alejarla de su ensimismamiento.

      Como tantos jóvenes de su generación, Irene era una persona cualificada. Tenía dos carreras universitarias y un posgrado, así como también conocimientos de inglés, tan demandados en la actualidad. Además, contaba con más de cuatro años de experiencia profesional en su campo.

     No obstante, su currículum era insuficiente para obtener cualquier empleo. En los puestos inferiores, los entrevistadores –si es que llegaban a entrevistarla- le decían que no necesitaban a una profesional tan cualificada, mientras que en los superiores, su “poca” experiencia era la excusa perfecta para no contratarla.

     Y así, con la sensación de que por más que se formara no encontraría un trabajo interesante y, menos aún, estable, pasaban los días.

     Frecuentemente, escuchaba casos similares en los que personas anónimas narraban en algún medio de comunicación sus vivencias, las cuales transmitían el mismo desasosiego y la misma desesperación que experimentaba ella.

     Muchas veces Irene pensaba que quizás todo se trataba de una pesadilla, de la que  no alcanzaba despertar. Por más que se lo cuestionaba, era incapaz de responder a todas las preguntas que se  aglutinaban en su cabeza: ¿Qué estaba sucediendo en su país? ¿Qué pasaría cuando los más de cinco millones de parados agotasen todas las prestaciones de desempleo? ¿Realmente su generación se convertiría en la generación perdida?...

     Entretanto, continuaban surgiendo casos y más casos de corrupción en los principales órganos e instituciones de su país que, paradógicamente, acababan siendo silenciados.

    ¿Hasta cuándo aguantaría la gente las injusticias que a diario aparecían en televisión? ¿Serían capaces, incluyéndose a sí misma, de rebelarse contra las mismas y conseguir un cambio? Lo único que sabía era que estaba harta y que esa fatiga emocional estaba acabando con su visión optimista del mundo.