Hasta que no tengan
conciencia de su fuerza, no se rebelerán y hasta después de haberse rebelado,
no serán conscientes. Este es el problema.
...(los proles) tenían un estilo
de vida que parecía serles natural. Se regían por normas ancestrales. Nacían,
crecían en el arroyo, empezaban a trabajar a los doce años, pasaban por un
breve período de belleza y deseo sexual, se casaban a los veinte años, empezaban
a envejecer a los treinta y se morían casi todos ellos hacia los sesenta años.
El duro trabajo físico, el cuidado del hogar y de los hijos, las mezquinas
peleas entre vecinos, el cine, el fútbol, la cerveza y, sobre todo, el juego,
llenaba su horizonte mental. No era difícil mantenerlos a raya. Unos cuantos
agentes de la Policía del Pensamiento circulaban entre ellos, esparciendo
rumores falsos y eliminando a los pocos considerados capaces de
convertirse en peligrosos;
pero no se intentaba adoctrinarlos con la ideología del Partido. No era
deseable que los proles tuvieran sentimientos políticos intensos. Todo lo que
se les pedía era un patriotismo primitivo al que se recurría en caso de
necesidad para que trabajaran horas extraordinarias o aceptaran raciones más
pequeñas. E incluso cuando cundía entre ellos el descontento, como ocurría a
veces, era un descontento que no servía para nada porque, al carecer de ideas
generales, concentraban su instinto de rebeldía en
quejas sobre minucias de la
vida corriente. Los grandes males, ni los olían. La mayoría de los proles ni
siquiera era vigilada con telepantallas. La policía los molestaba muy poco. En
Londres había mucha criminalidad, un mundo revuelto de ladrones, bandidos,
prostitutas, traficantes en drogas y maleantes de toda clase; pero como sus
actividades tenían lugar entre las mismas proles, daba igual que existieran o
no. En todas las cuestiones de moral se les permitía a los proles que siguieran
su código ancestral. No se les imponía el puritanismo sexual del Partido. No se
castigaba su promiscuidad y se permitía el divorcio. Incluso el culto religioso
se les habría permitido si hubieran manifestado la menor inclinación a él. Como
decía el Partido: "los proles y los animales son libres".
¿En qué momento la ficción se convierte en realidad?.
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